Regala/te Valor
Desde que el hombre recuerda ser hombre, desde, como diría Descartes, tiene conciencia de ser hombre y existir, uno de los grandes valores a resaltar y a elogiar ha sido “EL Valor”. Un adjetivo ligado a un sujeto para poder darle morfología al adjetivo en sí, para poder elogiarlo, pues ser valiente no es algo que se consiga una sola vez y se infecte de valentía el resto de tus decisiones; el valor es inmediato como el rayo heraclíteo, no necesario, casi mágico. De esta deducción habría que entender que no siempre hay que ponerle cara, no siempre hay que honrar a la persona que en una ocasión pública, es dueño de dicho adjetivo, pues se requerirá de una nueva hazaña personal, rescatar de nuevo y cada vez el valor utilizado, a cada nueva decisión que requiera de ello. El valor es un ente no tangible, un espíritu tal vez que flota por el éter en busca de auxilio, un súper héroe fantasmal que nos posee solo en nuestros mejores días. El valor es la potencia, la posibilidad diaria de tomar la decisión de hacerlo, de encontrar lo mejor del ser humano que reside en cada uno de nosotros y decidir serlo, por un instante ¡A cada instante tal vez! como un don, como un súper poder, utilizarlo siempre que haga falta. El valor es esa joya que todos podemos tener, pues reside encerrada donde quiera que sea en las profundidades metafísicas de tu persona y como todo don, o todo poder, también tiene su kriptonita, su antagónico, el destino dual del orden natural de esta existencia sobre la que vivimos; de manera inversamente proporcional cuanto más actos valientes efectúas, menos cerca estás de la cobardía. Durante la historia hemos confundido el valor, o hemos tenido la necesidad de simplificarlo para comprenderlo ¿cómo entender algo que no tiene cuerpo, no tiene forma, no huele y no se saborea más que por la conciencia y la moral? Le hemos ligado tal adjetivo a los brabucones inconscientes que se enfrentaban a cualquiera y por cualquier cosa, que salían a las manos o a gritos e insultos por defender cualquier trasfondo o asunto… pero las cosas no sensibles por los sentidos, aquello que no podemos identificar en cualquier lugar, es susceptible de confusión; y al igual que hemos ligado en muchas ocasiones la felicidad a la sobra de bienes o poderes (sin ser un referente indispensable de la felicidad misma), de la misma manera que esta se requiere y se busca de manera incansable… ser feliz; el valor es un don, un regalo humano que no debemos pasar mucho o demasiado tiempo sin ser conscientes de que lo poseemos. El valor para cambiar lo que no estás haciendo bien y sabes que escuece dentro de las tripas de tu alma. El valor a defender al que no es capaz de defenderse y ayudar al que en ese momento está desvalido. El valor a decir ¡NO! a lo que no quieres y te dejas hacer por la inercia indeseable del devenir. El valor a escucharte, en el silencio profundo de tu soledad honda y plena donde debes reparar de manera continua, para oír al sujeto de tu persona. El valor de entender quién es ese reflejo frente al espejo y atreverte a conocerlo, a cuidarlo, a admirarlo o como mínimo a identificarlo como tú mismo, y no rechazarlo, porque sabes que ese no es el camino, porque sabes que evitar esa identificación solo trae dolor a largo plazo. El valor para hablar y buscar las palabras que sean necesarias, sin prisas, para hacerte entender y el valor necesario para pedir que no te interrumpan. El valor necesario para decidir, que ya que estás en la partida, has decidido jugar y apuestas por ti, a que sonreirás de corazón mucho más que llorarás, y el valor de entender que estas son las cartas que te han tocado y dependes de tu inteligencia para ganar. El valor de ser capaz de no culpar a los demás, el valor de no ponerte escusas ni echar balones fuera. El valor de sumar a cada instante o en cada ocasión, desde una sonrisa, desde una mirada amable, desde la más sencilla hasta la más compleja de las actitudes cotidianas. El valor de pensar en el de enfrente, y cavilar si mis intereses están encontrados a los suyos. Decía Kant que el hombre está condenado a ser libre, porque a cada momento, de manera continua estamos obligados a tomar decisiones, y esa obligación de ser libre nos hace responsables de todo lo que sucede en nuestro entorno… ahora es el momento de sacar esa joya del valor… ¡sonríe porque esa es la fortuna, eres libre y eso te hace responsable en todos los calibres que conllevan tus decisiones, sonríe porque has encontrado la luz que alimenta el camino que estás llamado a construir!
Durante mi medio día de edad, he tomado muchas decisiones. De muchas estoy muy orgullosos, en otras ocasiones he tenido que cohabitar con el cobarde que llevo dentro, me he sentado en la cueva húmeda de la vergüenza y he llorado con él, consolándolo, comprendiéndole hasta que la pena por él, la pena hacia ese cobarde que era yo; comenzó a alimentar de escusas, todas las explicaciones que me daba. Comenzó a hacer tangibles las culpas a los demás y sin darme cuenta aquella cueva; empezó a decorarse con cuadros, velas, incluso una alfombra… comenzó a ser cómoda y a sentir que se estaba a gusto, o no se estaba mal en aquel asqueroso agujero. La línea es inapreciable cuando estás en la cueva, la falta de luz no importa… también a la oscuridad se acostumbran los ojos. El valor es el mejor regalo que puedes hacerte para este nuevo año, el valor es el mejor regalo que puedes ofrecer a los demás… yo voy a regalármelo, voy a regalarlo también… Desde el Sugar Ray os deseo todo lo mejor para este nuevo año, a todos los pertenecientes a esta pequeña gran escuela de combate, seguiremos combatiendo, seguiremos luchando, seguiremos entrenando y seguiremos viviendo con valor, en su concepto más integral… ¡Os deseamos, felices días y un próspero año 2020 juntos! Y no olvides que la navidad representa el renacer de la luz, entre el 20 al 23 de diciembre comienzan a ser los días, las horas de luz, una realidad más extensa de la luz sobre la oscuridad… alumbra de luz toda tu vida y la de los tuyos con el faro del valor, que hará de tu entorno, un mundo si no perfecto… mucho mejor.
Raúl Buendía, entrenador de boxeo del Sugar Ray Jaén.